Cuando me fijo mis ojos en Dios, de repente me doy cuenta de que hay una imagen mucho más grande y no se trata de mí, o mí felicidad. El mundo nos enseña que debemos complacer a nosotros mismos y al fin estaremos felices, pero está muy equivicado! De hecho, es exactamente lo opuesto que debemos hacer. Hay que buscar oportunidades de hacer a otras personas sonreír, a servir y amar a otros como Cristo nos ha amado. No hay nada o nadíe en este mundo que puede llenar nuestros corazónes en la manera que Dios puede. Me asombra mucho el amor de Dios, a pesar de mis errors, me ama igual, me levanta, me purifica, y me guía para el camino correcto. A veces duele, pero si todo fuera facíl, estaría algo mal. Porque para crecer como persona, tiene que estirar y salir de su zona comfortable. Es el mismo con el ejercicio, si mis músculos nunca duelen, o si no esfuerzo pues nada cambia.
Me quedo reflejando en este versículo:
"Miren cuánto nos ama Dios el Padre, que se nos puede llamar hijos de Dios, y lo somos," 1 Juan 3:1
Ayudame Señor amar como Tu amas y dar como Tu das. Haz tu voluntad en mí.
:) Melissa
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